Reseña Lic. Roberto Luis López Dávila

Felicito al autor por lograr en un solo documento coherente no solo un diagnóstico acertado sobre por qué nada parece funcionar en el gobierno de Puerto Rico, desde el punto de vista del “delivery” de servicios al ciudadano y en cuanto a la experiencia de estos en la recepción de los mismos; sino que además propone todo un programa sobre cómo alcanzar un gobierno eficaz, ágil, de calidad y a la altura del siglo 21, con apoyo de las nuevas tecnologías digitales, girando contra todo el conocimiento y práctica acumuladas por el  autor a través de sus diversos cargos en el sector público y privado, así como de su estudio y relación estrecha con los innovadores más relevantes y referenciales tanto internacionales como locales. La digitalización del gobierno, como proyecto de país, va a demandar la implicación de todos los sectores y de la ciudadanía en su conjunto. En particular, y debido a la resistencia a la innovación tecnológica que históricamente le ha caracterizado, el cambio de enfoque y de mentalidad que el autor propone para acometer una transformación como la propuesta no puede ser más urgente para un sector profesional y de servicio como la abogacía, al que pertenezco. Creo que hay que concitar más discusiones con este sector sobre lo que plantea la propuesta del libro para la cual la abogacía resultará instrumental no solo por el ingente trabajo que la misma comportará, por ejemplo en la reformulación de los marcos jurídicos gubernamentales en clave tecnológica; pero también en lo relativo al papel de liderato que en este tipo de  esfuerzos, bien por nuestra cultura política o por el peritaje que se le reconoce, la abogacía estará llamada a desempeñar. Esta labor de divulgación y de evangelización del sector legal deberá venir acompañado de una labor de pedagogía digital. La alfabetización digital del gremio es manifiestamente pobre, quizás el más bajo de aquellas profesiones reguladas con mayor influencia. Es una profesión educada y encuadrada a operar en su práctica en “átomos”; no en “bits”. A pesar de que algunos abogados puedan contar con dispositivos digitales “de última generación” e incluso utilizarlos como parte de sus prácticas, dicho uso es superficial o cuando más, de sostenimiento de formas analógicas de operar. No han cambiado significativamente sus modelos de trabajo, y no han incorporado por consiguiente las tecnologías emergentes para romper con esos paradigmas de funcionamiento. Para estar en condiciones de comprender el esfuerzo de reforma que encierra la propuesta del libro, la abogacía tiene que aprender a operar en un contexto digital. Por eso estoy convencido que este libro ofrece una muy buena oportunidad a la abogacía para mirarse y repensar la manera como ha venido operando y prestando sus servicios; cómo los mismos pueden potenciarse sensiblemente para beneficio de la sociedad y, en definitiva, integrarse plenamente a la labor de transformación digital que se plantea en el libro, para la cual, de hacer suyas la mentalidad y destrezas que en el mismo se proponen, tendría mucho espacio para contribuir. En definitiva, un libro imprescindible.

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